Aprovechar la lluvia se ha vuelto una necesidad como lo es no dejar que el agua no se evapore o se vaya al mar; captarla y almacenarla para el riego de cultivos se ha convertido en una parte clave para las actividades agropecuarias. Hoy en día se habla de que los cultivos de temporal ocupan una proporción importante de la superficie cultivable. El líquido que se capta en cada temporal sirve para riego en el campo proporcionando mayor rendimiento en las cosechas, de esta manera la inversión se recupera con las utilidades que generan los cultivos.
La iniciativa de Luis Cisneros Torres que con un proyecto de bodegas de lluvia ingenio un sistema que ha permitido solucionar el problema de aprovechamiento del agua pluvial para los cultivos de temporal, vino a convertirse en un negocio rentable, con visión y eficaz.
El jalisciense ha instalado bodegas de lluvia en diversas regiones del país en menos de 20 años así como en Honduras, Venezuela, Colombia y Estados Unidos, con una demanda creciente que promete expandir su alcance. Explicó que una bodega de lluvia se instala en las partes bajas de un terreno para que el agua escurra de forma natural para almacenarse puesto que la conducción del agua es por gravedad.
El sistema aprovecha el agua del temporal además de las lluvias eventuales y que se ajusta a las necesidades de la superficie agrícola. La inversión es adaptable también, el mantenimiento es mínimo, las bodegas tienen vida útil de entre 25 a 30 años.
El señor Cisneros, propietario de Membranas Los Volcanes, comenzó fabricando estanques o bodegas de agua de 50 mil litros y ahora tienen capacidad para almacenar hasta un millón de litros de agua.
El proyecto resulta muy provechoso para los productores de cualquier cultivo, ya que según declaró el agua de lluvia ofrece más nutrientes a los cultivos además de generar ahorros de energía y mayor productividad.
Por citar un ejemplo, comentó Luis Cisneros que por más de 11 años ha logrado abastecer el vital líquido al cultivo de 3,600 árboles de su propiedad con resultados sobresalientes puesto que con el agua de lluvia contra la de pozo, la fruta se cosecha un 12 por ciento más pesada.