El Día de Muertos constituye una de las expresiones culturales más antiguas. Esta celebración marca el simbolismo de la vida y la muerte, así como la dualidad representada en el ciclo agrícola de temporal puesto que la cosecha no sería posible sin el trabajo y conocimiento compartido de los antepasados.
La vinculación al ciclo agrícola parte según los antiguos mexicanos, de la división del año en dos mitades: una, la húmeda o lluviosa dedicada a la agricultura, y otra, la seca para la siembra, trabajo y cosecha; cada etapa marcada por diversos rituales en favor de asegurar la cosecha y por lo tanto la alimentación de la población. La etapa de cierre llega con la cosecha (emparejada en fechas con el día de Muertos) y es el momento para aprovechar para agradecer por la buena cosecha que ha sido bendecida en todo el ciclo agrícola desde las semillas.
La mayor parte de pueblos campesinos festejan esta tradición, ya que coincide con el fin del ciclo agrícola de muchos productos (maíz de temporal y calabaza, por ejemplo) con la intención de asegurar las buenas cosechas.
A partir de la región o étnica, la costumbre es variante, ya sea en adorno y composición de la ofrenda, así como el tono festivo o trágico. En el sur del país pasan del crecimiento a la cosecha de maíz; de ahí que sea un festival de cosecha para compartir los primeros frutos con los ancestros. Derivado de la concepción cíclica de la vida y muerte, hacen que las ofrendas sean una retribución simbólica.
Destacan las flores de cempasúchil, las velas y ofrendas con los manjares favoritos de los difuntos, así como objetos artesanales y el famoso papel picado en las ofrendas; bajo la creencia de que las ánimas pueden traer prosperidad a las cosechas.
Este, es un buen tiempo para los floricultores ya que se acostumbra adornar las tumbas o hacer altares con flores muy coloridas y variadas como parte de la tradición. En promedio, México produce por año más de 9 mil toneladas de flor de cempasúchil, con valor de producción superior a los 89 millones de pesos, donde Puebla destaca como líder productor a nivel nacional.
Este año, los productores mexiquenses cultivaron 8 especies que se vendieron para la festividad destinando 3 mil 400 hectáreas de superficie, siendo esta temporada la más relevante del año para el mercado de flores con más de 900 millones de pesos generados, según comentó Heriberto Ortega, representante de SEDAGRO.
La flor de cempasúchil, que florece durante toda la temporada de verano y otoño, es muy aromática y el color de sus pétalos va desde el amarillo intenso hasta el anaranjado; esta planta se cultiva bajo condiciones cálidas, semicálidas, secas y templadas. Uno de los usos es el ritual puesto que se cree que sus pétalos iluminan el camino de las almas que visitan los altares aparte de su uso como ornato y medicinal aprovechado desde tiempos antiguos para aliviar problemas digestivos y respiratorios en infusiones, así como en aceite para untarlo en pecho y espalda con el fin de combatir resfriados.
Además, el crisantemo, clavel, rosa, gladiola, nube, terciopelo y alhelí son otras de las principales flores vendidas en el periodo, ya sea en mercados, centrales de abasto, Floracopio o sobre la carretera, que se comercializan ya sea como flores para decorar, de follaje o relleno.